Al hablar de deuda, muchas personas sienten cierto recelo, pues el imaginario colectivo ha llevado a que esta palabra se tome como algo malo. La realidad es que no todo lo que tenga que ver con la deuda debe relacionarse con un aspecto negativo.
¿Qué es una deuda?
Según la Real Academia Española (RAE), una deuda se define como: “Obligación que alguien tiene de pagar, satisfacer o reintegrar a otra persona algo, por lo común dinero.”
Tipos de deudas
Si se tuviera que catalogar, existen dos tipos de deuda: la deuda buena y la deuda mala. Pero, ¿cuáles son sus diferencias?
En primera instancia, es importante decir que se debe cambiar la visión sobre la deuda. La deuda debe ser vista como una herramienta fundamental si se sabe emplear. Sobre todo al considerar que muchos mexicanos, por su nivel salarial, no tendrían la capacidad para comprar una serie de artículos al contado.
Características de deuda buena
En esa lógica, los especialistas identifican como deuda buena a todo aquel crédito o financiamiento que permita adquirir bienes que impactan positivamente en el estado de la persona, e incluso, que permita generar valor o construir un patrimonio.
Al respecto, para ejemplificar, se puede citar casos como los créditos hipotecarios para la compra de vivienda. Este tipo de deuda es considerada buena ya que no sólo se adquiere el lugar que servirá de resguardo para la familia, sino que se compra un activo cuyo valor crece con el tiempo Y es que gracias a la generación de la plusvalía, el inmueble aumenta su precio.
Para algunos especialistas, definir la deuda mala no tiene que ver con el tipo de crédito que se adquiere. Ya sea que se quiera comprar muebles, electrónica, un auto, una vivienda, o invertir en un negocio, para los expertos la deuda mala tiene que ver principalmente con adquirir compromisos que la capacidad de pago no permite hacer frente
Características de la deuda mala
Sobre esa línea, la deuda mala se podría identificar como aquella que se toma en condiciones no favorables, donde el pago que se debe hacer mensualmente, sumado al resto de las obligaciones, generan un escenario que rebasa la capacidad de compra de una persona.
Es importante recordar que los expertos sostienen que para contar con salud financiera, cada individuo o familia no debe destinar más del 30 o 40% de sus ingresos al pago de deudas. Abusar de una cantidad mayor, aseguran, podría comprometer la estabilidad económica, al quedar un margen de ingreso muy pequeño para imprevistos, esto al descontar el dinero necesario para cubrir necesidades básicas como el alimento, el transporte, los servicios de casa.
¿Cuál deuda adquirir?
Hoy en día, existen en el mercado un gran abanico de opciones de financiamiento. Desde tarjetas de crédito que permiten contar con liquidez para las compras diarias o adquirir una diversidad de bienes, hasta créditos hipotecarios, automotriz, de nómina o personales.
Todos ellos buscan cubrir una necesidad específica, partiendo que cada individuo o familia tiene diversas necesidades.
Sin lugar a duda, no es posible decir que alguno u otro es malo. Cada uno cumple con su objetivo, y la diferencia está en cómo se utiliza.
Por ello, de acuerdo con Condusef.gob.mx, antes de solicitar algún financiamiento, lo más importantes es jerarquizar necesidades y evaluar los ingresos. A partir de este elementos, será posible concretar una planeación que abra la puerta a definir una ruta y saber si será posible pagar el crédito.
¿Cómo salir de deudas?
Una de las formas para salir de deudas, si ya no puedes pagar tus cuentas y te encuentras en una situación complicada. Puedes acudir a una reparadora de crédito, este modelo te ayudará a conseguir un descuento
Para ello, es importante considerar tanto los gastos ordinarios, que son para cubrir las necesidades básicas o del día a día, así como los ingresos. Es muy importante tomar en cuenta que créditos como el hipotecario, automotriz, de nómina o personal, son productos que se convertirán en gastos fijos, al tener que desembolsar una cantidad específica mes con mes para ir saldando la deuda, con lo que ya se deberán contemplar para futuros escenarios como gasto recurrente.
En esa lógica, es muy importante tener en mente los créditos que se tienen activos y visualizar cuándo se dejan de pagar. Este paso es fundamental para no contratar más financiamientos que lleguen a ahorcar la situación económica mensual.
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